La primer zona corresponde al Bajío Guanajuatense o simplemente el Bajío, que es una región llana, interrumpida por algunos lomeríos y cerros aislados, destacando la Gavia y el Culiacán; y cráteres extinguidos en Salamanca, Valle de Santiago y Yuriria. Esta región, ocupa toda la parte del estado que se ubica al sur de la Sierra de Guanajuato.
La segunda zona está formada por la Sierra de Guanajuato, compleja en cuanto a paisajes, se caracteriza por la alternancia de zonas de laderas abruptas y cañadas ramificadas con algunas mesetas alargadas y una altura promedio de 2,305 metros sobre el nivel del mar.
La tercera zona corresponde a la región del norte de la Sierra de Guanajuato, en la que también predominan los llanos y algunas mesetas o cerros rocosos. El nivel promedio es de 2600 metros sobre el nivel del mar, y se caracteriza por ser una zona seca, mejor conocida por los llanos del Norte.
USO QUE SE LE DA
De acuerdo con las cartas de uso del suelo del Centro de Estudios del Territorio Nacional (1973–1974) la superficie agrícola en el estado de Guanajuato fue de 1 466 769 ha (García et al., 2002); en 1993 la Secretaría de Agricultura y Recursos Hidráulicos (SARH) reportó 1 254 097 ha (SARH, 1993) y en este estudio se calcularon 1 174 561 ha. Estas cifras representan 48, 41 y 38% del área estatal, respectivamente. Esta reducción es contraria a lo reportado para el período 1950–1980 mediante datos censales (Soto y Soto, 1990), en donde se observó una ampliación del área agrícola y una reducción de área pecuaria y forestal. La disminución del área agrícola se atribuye principalmente al abandono de tierras de temporal degradadas, las cuales se suman al área de uso pecuario–forestal. Algunos casos fueron corroborados durante las verificaciones de campo y se asociaron principalmente a la migración de los productores a Estados Unidos de América (Zaragoza, 2007). Para aseverar lo anterior, es necesario generar un índice de abandono de tierras agrícolas de temporal por municipio o por Área Geoestadística Básica (AGEB) y relacionarlo con el índice de migración publicado por el INEGI.
La proporción de la superficie agrícola bajo riego se incrementó de 29% en 1973, a 33% en 1993 (SARH, 1993); en este estudio (2005) se determinó en 43%, lo cual indica que se incorporaron áreas agrícolas de temporal a la agricultura de riego. Sin embargo, la superficie bajo riego puede disminuir por la escasez de agua y el crecimiento de las áreas urbanas e industriales.
Cómo evitar la degradación de los suelos
Cuando se destruye el suelo, el proceso natural de recuperación es muy lento y si se trata de acelerarlo muy costoso, por lo que la prevención es la mejor herramienta. En cualquier caso, existen una serie de medidas que pueden realizarse tanto en la prevención como en la recuperación de suelos degradados:
- Planificar adecuadamente el uso del suelo, manteniendo el resto del territorio lo más inalterado posible para no acelerar su degradación.
- Prevenir el avance de la erosión y el deterioro de la vegetación.
- Realizar actividades agrícolas respetuosas con el medio ambiente y conservar el suelo potencialmente agrícola.
- Utilizar sistemas de riego que eviten los peligros de sedimentación y salinización.
- Luchar contra la sequía, desarrollando variedades de vegetales resistentes o mejorando los pronósticos de sequía a largo plazo y sistemas de alerta.
- Conservar los bosques y reforestar, especialmente en aquellos lugares con problemas de erosión.
- Evitar la contaminación de los suelos y en su caso, llevar a cabo prácticas de tratamiento de residuos efectivas.
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